Caso Santiago Maldonado: Detalles importantes de una testigo de identidad reservada que perteneció a Gendarmería
«Lo que expresé en mi declaración coincide con lo relatado por algunas personas de los pueblos originarios que se encontraron en el lugar del hecho». Página12 habló con la testigo protegida que declaró en la causa por la desaparición y muerte de Santiago Maldonado el 3 de mayo de 2022. Una mujer que no existe, según la exfuncionaria Patricia Bullrich. «El primero de agosto del 2017 fue un día especial que quedo grabado en mi memoria para siempre, comenzaron las situaciones y secuencias que viví en el escuadrón de Gendarmería de Esquel, por un procedimiento realizado en el corte de la Ruta 40», recuerda al referirse a la protesta de la comunidad mapuche en Resistencia de Cushamen que entre el 31 de julio y el 1 de agosto se manifestó contra el encarcelamiento de varios de sus integrantes en Bariloche, y de su lonko Facundo Jones Huala en la Unidad 14 de esa localidad chubutense, y a todo lo que ocurrió los días posteriores entre los de uniforme verde olivo que participaron del violento operativo que reprimió a los mapuches, en medio del cual desapareció Maldonado.
En esta entrevista exclusiva, la testigo –hija y sobrina de gendarmes, que era referente de género dentro de esa fuerza– explica lo que padeció por saber demasiado, describe la maniobra que intentó implicarla y las razones que la llevaron a hablar ante la justicia, el 3 de mayo ante el fiscal federal Federico Baquioni, a instancias de la abogada querellante Verónica Heredia que representa a la familia de Santiago.
Ese día en su declaración brindó un extenso y detallado testimonio –con precisión de nombres, apellidos, fechas, lugares y circunstancias– en el cual afirmó que en su consultorio varios gendarmes comentaron el operativo del 1° de agosto en la Pu Lof de Cushamen, y dijeron que «había un detenido, se referían a él como el ‘hippie’, lo habían detenido en la zona del campo de (Luciano) Benetton», y que quería sacarle información pero «se les fue». Esta profesional civil de Gendarmería dio su nombre, apellido y datos personales ante la fiscalía. Sin embargo, al ser contactada por este diario pidió reserva de su identidad y mencionó que se encuentra en un programa de testigos protegidos. De acuerdo al relato, la testigo afirmó que al día siguiente el comandante Juan Pablo Escola, segundo jefe del escuadrón 36 de Esquel, le pidió que escondiera en su casa una caja –donde había un arma, celulares y un trapo ensangrentado–, pero ella se negó. En otro tramo de la declaración, dijo que el marido de una enfermera le había comentado que «había recibido un radio encriptado que decía qué hacer con el cuerpo». Y afirmó que el comentario los días siguientes en el escuadrón era que Escola dio la orden y Andrés Ahumada lo mató. Ahumada fue el gendarme que admitió haber entrado armado a la Lof, desmintiendo a los funcionarios de Mauricio Macri.
Para la familia del joven anarquista esta declaración «conecta todas las piezas». Para las fuentes judiciales que dieron acceso a Página12 al dictamen con el cual Baquioni pidió al juez Gustavo Lleral que incorpore el testimonio al expediente, si la causa no estuviera paralizada ya habrían acontecido detenciones y allanamientos. A pesar del valor probatorio y la verosimilitud del testimonio, quedará «reservado» hasta que la Corte Suprema se expida sobre la recusación de Lleral, quien ya se pronunció por el cierre del caso. La familia insiste en que un nuevo magistrado debe investigar todas las hipótesis, incluida la desaparición forzada.
En primera persona
«Nací en Esquel, soy licenciada profesional de la Salud recibida en la U.N.C., mi profesión se aboca a las diferentes rehabilitaciones físico, motoras y sensitivas, trabajé en hospitales públicos y centros de rehabilitación antes de mi ingreso a Gendarmería Nacional. Mi vínculo con la institución viene de años, mi padre fue gendarme, fallecido en el año 2019, y mis tíos ya están retirados, también fueron gendarmes. Mi ingreso a la institución fue en 2006 por consejo de mi padre, si bien conocía en parte la vida del gendarme sabía que el escalafón profesional era diferente, y había otro trato por parte del personal en general», dijo la testigo en diálogo con Página12. «Mi primer destino fue Jesús María, estuve cinco años en la escuela de Suboficiales, luego solicité el traslado al escuadrón 36 de Esquel, por una situación familiar en 2012. Hasta diciembre del 2021 permanecí allí. Decidí trasladarme a mi actual domicilio para salir de ese escuadrón que me traumó emocional y psicológicamente, en este momento me encuentro en condición de disponibilidad. Mi vida hoy es tranquila, pero con situaciones personales y laborales a resolver. Mi fe en Dios me permite confiar en un mañana para bien», agregó.
–¿Cuándo y por qué decidió atestiguar en la causa de Santiago?
–Fue a finales de 2017. Fui recopilando todo dato que mis oídos escuchaban y mi visión veía; muchas situaciones vividas no coincidían con lo que decían los medios televisivos y de comunicación. Mientras los días transcurrían debía buscar la manera y la forma de dar a conocer todo eso, mientras tanto mi vida laboral y personal comenzó a presentarse en forma insegura y fui perseguida, cada año era peor. La síntesis de mi declaración fueron todos los datos que recopilé, una serie de secuencias vividas y declaraciones del personal que ingresaban a mi consultorio o se presentaban en el sector Sanidad donde me encontraba trabajando.
–¿El contenido de la caja (una pistola, celulares y un trapo con sangre) que le pidieron que guardara eran pruebas del caso Maldonado?
–Me ordenaron recibir una caja, en un horario sospechoso, las cinco de la madrugada en mi casa, y días después surgió el allanamiento en el escuadrón (N. de R. en el marco de la investigación judicial por la desaparición de Santiago Maldonado). Ahí tuve dudas, y solicité explicación, pero me respondieron ‘cierre la boca, es una orden’.
–Usted dijo en su declaración que entre los jefes decían que el comandante Escola dio la orden y que Ahumada le pegó un tiro. Sin embargo el cuerpo no tenía signos de disparos.
–Desconozco el resumen de los peritos; solo escuché testimonios de tercera personas que estaban relacionadas con el tema en particular y daban a conocer datos concretos.
–Su testimonio coincide con los dichos de los mapuches respecto a la participación de Gendarmería. ¿Esperaba que produjera algunas medidas en la causa?
–En mi humilde opinión considero que deberían llamar a declarar a todos los testimonios que faltaron, que eran de suma importancia de ese escuadrón.
–¿Cómo llegó a contactar a la secretaría de Derechos Humanos? ¿Está en algún programa del Estado de protección de testigos?
–Hubieron muchos contactos relacionados a diferentes organismos de los derechos humanos que me llevaron al acercamiento con la secretaría. En este momento me encuentro bajo la Protección de Testigos.
–¿Usted era referente de género?
–Sí, fui referente de género, pionera en ese escuadrón y expulsada de esa función a finales de 2017 por los jefes de turno, comandantes Badié y Escola. Por ser referenta de género era habitual que vinieran a mi consultorio a comentar asuntos personales, pero lo referido a Maldonado ya era algo institucional sobre lo que había sucedido.
–Ese lugar se fue convirtiendo en un confesionario, iban a hacer catársis. ¿Se le volvió en contra eso, terminó sabiendo demasiado?
–Sí, efectivamente. Empecé a saber más de lo que debería haber sabido.
–Desde que trascendió su declaración en la causa, ¿alguién puso en duda sus intenciones para ser testigo?
–Nunca puse en duda mis intenciones para declarar, solo era necesario encontrar el momento y el lugar.
–¿Cuál es su relación con la familia Maldonado?
–No tengo el gusto de conocerla, solo hablamos en un principio con Sergio. Hay un dolor infinito en ellos para encontrar la veracidad de los hechos ocurridos en esa triste tragedia que les toco vivir. En estos años en silencio recé por ellos y si mi declaración ayuda a dar una pequeña luz en tanta oscuridad me sentiría tranquila de haber realizado una acción humana.
La «zurdita»
La mujer también dijo ante el fiscal Baquioni que se enteró que la habían comenzado a nombrar como la “zurdita” y que le advirtieron «que era una testigo clave porque estaba sabiendo mucho, que le tenían que cerrar la boca, y que se cuidara». A mediados de octubre de 2017 detectó seguimientos. Cuatro años más tarde se mudó de provincia y fue pasada a disponibilidad. También tomó la iniciativa de hacer la denuncia ante el Ministerio de Justicia, como víctima de violencia institucional, pero no la quisieron escuchar. Ante el peligro que implicaba el seguimiento de personal de Inteligencia de Gendarmería sobre la testigo, el fiscal dispuso que eso sea investigado y a la par gestionó que sea protegida por algún programa del Estado.
El aniversario
Familiares y amigos de Santiago Maldonado, junto a organismos de derechos humanos, convocaron a una concentración este lunes en Plaza de Mayo con la consigna «cinco años de impunidad», en el marco de un nuevo aniversario de la desaparición seguida de muerte del tatuador anarquista. El acto central está programado para las 18, y una hora antes, se presentarán bandas musicales: Las Manos de Filippi, La Delio Valdez, La Chilinga y Malena D’Alessio en Bandada, tal como expresó el comunicado de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, H.I.J.O.S. Capital, Familiares y Compañeros de los 12 de Santa Cruz, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos -La Matanza-, Comisión Memoria Verdad y Justicia Zona Norte, Fundación Memoria Histórica y Social Argentina, Liga Argentina por los Derechos Humanos, Centro de Estudios Legales y Sociales, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y Fundación Buena Memoria. Santiago Maldonado desapareció el 1 de agosto de 2017, luego de haber sido reprimido junto a jóvenes mapuches del territorio recuperado de Cushamen, que protestaban con un corte de la ruta 40. Su cuerpo fue hallado sin vida el 17 de octubre en el río Chubut.
Fuente: pagina12.com.ar