Buenas noticias: La desocupación bajó al 6.9% el primer trimestre del año acercándose al mínimo histórico

El desempleo cayó a 6,9% en los primeros tres meses del año. Con solo 1.000.000 de personas sin trabajo y buscando, conforme a los cálculos del Indec, fue el mejor trimestre de toda la serie histórica. Esta mejora fue de la mano de un incremento del nivel de empleo hasta el 45%, máximos para al menos los últimos veinte años. Así, la Población Económicamente Activa (PEA) llegó al 48% en los primeros tres meses del año. Analistas apuntan a que el deterioro de los ingresos fue clave para que las familias incrementaran la oferta de mano de obra y advierten que, pese a la mejora en todos los indicadores del mercado laboral de la mano del crecimiento económico, la inflación golpea sobre la distribución de la riqueza.

El desempleo cayó a 6,9% en los primeros tres meses del año. Con solo 1.000.000 de personas sin trabajo y buscando, conforme a los cálculos del Indec, fue el mejor trimestre de toda la serie histórica. Esta mejora fue de la mano de un incremento del nivel de empleo hasta el 45%, máximos para al menos los últimos veinte años. Así, la Población Económicamente Activa (PEA) llegó al 48% en los primeros tres meses del año. Analistas apuntan a que el deterioro de los ingresos fue clave para que las familias incrementaran la oferta de mano de obra y advierten que, pese a la mejora en todos los indicadores del mercado laboral de la mano del crecimiento económico, la inflación golpea sobre la distribución de la riqueza.

Los datos del mercado de trabajo mostraron una mejora en todos sus componentes en el primer trimestre: la desocupación cayó al 6,9%, su nivel más bajo para un primer trimestre desde que el Indec retomó las mediciones en 2016. En tanto, la subocupación horaria también se contrajo al 10% (con caídas tanto en la demandante de más horas como en la no demandante). Mientras, el empleo sumó 1,7 puntos porcentuales en la comparación interanual y llegó al 45% de la población, la cifra más alta en los últimos veinte años y más de 5 puntos porcentuales más arriba del promedio de la última década. Esto es tanto por la incorporación de jóvenes que en otros contextos se enfocarían en el estudio, amas de casa que se insertan en el mercado laboral para complementar los ingresos familiares -con fuerte impacto en el aumento del empleo doméstico- y también de jubilados que continúan en actividad.

Y si bien el alza del empleo estuvo parcialmente motorizada por el trabajo precario con más incidencia de las mujeres que los varones en la población recientemente incorporada a la fuerza laboral, son datos alentadores y consistentes con el crecimiento económico del trimestre que mostró un alza del 0,7% trimestral hasta acumular un 1,3% interanual. Es que buena parte del aumento del empleo no fue acompañada de la calidad del trabajo, sino que más bien estuvo motorizada por la pérdida de poder adquisitivo de las familias que buscaron sumar horas trabajadas para mejorar los ingresos de los hogares, lo que entre especialistas se conoce como “el efecto trabajador adicional”.

El desempleo cayó a 6,9% en los primeros tres meses del año. Con solo 1.000.000 de personas sin trabajo y buscando, conforme a los cálculos del Indec, fue el mejor trimestre de toda la serie histórica. Esta mejora fue de la mano de un incremento del nivel de empleo hasta el 45%, máximos para al menos los últimos veinte años. Así, la Población Económicamente Activa (PEA) llegó al 48% en los primeros tres meses del año. Analistas apuntan a que el deterioro de los ingresos fue clave para que las familias incrementaran la oferta de mano de obra y advierten que, pese a la mejora en todos los indicadores del mercado laboral de la mano del crecimiento económico, la inflación golpea sobre la distribución de la riqueza.

Los datos del mercado de trabajo mostraron una mejora en todos sus componentes en el primer trimestre: la desocupación cayó al 6,9%, su nivel más bajo para un primer trimestre desde que el Indec retomó las mediciones en 2016. En tanto, la subocupación horaria también se contrajo al 10% (con caídas tanto en la demandante de más horas como en la no demandante). Mientras, el empleo sumó 1,7 puntos porcentuales en la comparación interanual y llegó al 45% de la población, la cifra más alta en los últimos veinte años y más de 5 puntos porcentuales más arriba del promedio de la última década. Esto es tanto por la incorporación de jóvenes que en otros contextos se enfocarían en el estudio, amas de casa que se insertan en el mercado laboral para complementar los ingresos familiares -con fuerte impacto en el aumento del empleo doméstico- y también de jubilados que continúan en actividad.

Y si bien el alza del empleo estuvo parcialmente motorizada por el trabajo precario con más incidencia de las mujeres que los varones en la población recientemente incorporada a la fuerza laboral, son datos alentadores y consistentes con el crecimiento económico del trimestre que mostró un alza del 0,7% trimestral hasta acumular un 1,3% interanual. Es que buena parte del aumento del empleo no fue acompañada de la calidad del trabajo, sino que más bien estuvo motorizada por la pérdida de poder adquisitivo de las familias que buscaron sumar horas trabajadas para mejorar los ingresos de los hogares, lo que entre especialistas se conoce como “el efecto trabajador adicional”.

“En cuanto a la composición de la población ocupada, se observa un incremento de 1,2 p.p. de la participación de las personas asalariadas sin descuento jubilatorio, de 35,5% a 36,7%. También registra una suba en la participación de aquellas personas trabajadoras de calificación operativa, que pasó de 52,9% a 54,3% (1,4 p.p.) En tanto que la población trabajadora con calificación profesional pasó de 10,1% a 9,1% (-1,0 p.p.)”, detalló el Indec.

Esta lectura va en línea con las proyecciones de aumento de la incidencia pobreza hasta el 43% de la población, según las últimas estimaciones de la UTDT, causado por el rezago de los salarios frente a la alta inflación.

Como explicó el sociólogo Eduardo Donza, investigador del Observatorio de la Deuda Social de la UCA: ““Se generan puestos de trabajo registrados porque la economía formal también demanda empleo, pero no se alcanza a equilibrar el crecimiento demográfico. Y las familias también ofrecen más horas de trabajo para no perder aun más su capacidad de consumo. Con la baja del poder adquisitivo, los hogares que tienen potencialidades de generar perceptores de ingresos vuelcan estos integrantes al mercado de trabajo. Y aunque el mercado genera empleo,el principal problema es que este no es de la calidad suficiente: hoy el problema es de ingresos y precariedad laboral, no de cantidad de empleo. El problema de fondo está en la estructura económica, que es desigual y heterogénea. En la coyuntura la inflación es el principal problema porque carcome la capacidad de compra de los ingresos laborales y no laborales”.

Se acorta la brecha de género en el desempleo

Precisamente porque los hogares están sumando integrantes a la fuerza de trabajo, lo que se observa es una caída del desempleo entre los varones y su reemplazo por mujeres que se suman a la búsqueda de ingresos en el mercado laboral . En particular en la comparación con el trimestre previo, el Indec observó que “Entre la población desocupada, aumentó 4,4 p.p. la participación de las mujeres de 14 a 29 años (de 22,6% a 27,0%). Por su parte, los varones de dicho grupo de edad mostraron una disminución de 2,2 p.p. (de 27,8% a 25,7%)”. Así, las mujeres y en particular las más jóvenes volvieron a quedar como el grupo más afectado por la pobreza.

En tanto, al mirar la evolución interanual para las mujeres se registró una baja de medio punto en la desocupación hasta el 7,8%, mientras que entre los varones subió dos décimas hasta el 6,1%. Así, se moderó la brecha de género incluso cuando entre las mujeres el desempleo sigue siendo más alto, particularmente en las menores de 30, donde la cifra se eleva al 16,9%, una décima más que un año atrás y 3,3 puntos más que el trimestre anterior. Este grupo fue precisamente el que más fuerza de trabajo adicionó al mercado al elevar su nivel de actividad 3,3 puntos al 43,9%.

Cabe señalar también que estudios económicos recientes también muestran una creciente dispersión de datos entre los ingresos estimados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que usa el Indec para estimar la pobreza y los datos registrados del Sistema Previsional Integrado Argentino (SIPA) dan cuenta de una subestimación de los ingresos reales de las familias, lo que podría inflar las cifras de pobreza más allá del efecto real de la inflación.

Fuente: baenegocios.com

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