Una bomba de luz y gas
Relevamiento de Página/12 sobre casos de talleres industriales, cooperativas, pequeños comercios y emprendimientos turísticos, sin espaldas financieras ni crédito para afrontar el bajón de ventas y el simultáneo encarecimiento de costos impulsado por la política del Gobierno. El dilema de sobrevivir sin echar gente y no morir en el intento.
Tarifazo, desplome de la demanda, apertura de importaciones y encarecimiento del crédito es una bomba de tiempo para las pymes, que emplean al 70 por ciento de trabajadores del país. El empresario que está de pie no piensa en crecer sino en cómo sobrevivir. El que sobrevive, en cómo no echar gente. Y el que despidió personal, en cómo no cerrar el negocio. El pasaje de una etapa a la otra es una cuestión de tiempo si la política económica no cambia. El Gobierno promete que al final del túnel las medidas anti-mercado interno llevarán a la economía a buen puerto, aunque a la luz de los hechos la venerada caída de la inflación puede llegar pero a un costo demasiado alto en términos sociales. Página/12 relevó el impacto tarifario para las pymes en el contexto económico actual.
El deterioro de las condiciones laborales en las pymes resiste todo tipo de abordaje. La propia Unión Industrial Argentina (UIA), que es dirigida por Arcor y Techint, aliados de Mauricio Macri, calculó que las primeras medidas del macrismo dejarían en la cuerda floja a 35 mil trabajadores directos y a 95 mil por efectos colaterales. Incluso el Gobierno, puertas adentro, convalidó que unos 25 mil trabajadores están en riesgo. Así, una parte del empresariado argentino, los pequeños y medianos, se enfrenta, otra vez, a una especie de karma que recorre su historia: haber votado en contra de sí mismo. En los grandes números se percibe el riesgo, también en las pequeñas anécdotas.
No se trata sólo del aumento de las boletas de los servicios públicos, del incremento de la tasa de interés y ni siquiera del ingreso de mercadería importada. Es la combinación de esos tres frentes en un contexto de fuerte caída de las ventas. Las empresas perdieron competitividad y la demanda está tan retraída que, para vender, las pymes reducen al mínimo el margen de rentabilidad o directamente van a pérdida. Una empresa grande con espaldas financieras puede soportarlo, una pyme con sólida posición patrimonial, quizás también. Pero las firmas que no venían bien, quedaron ante el abismo. La situación tarifaria es particularmente aguda para las empresas intensivas en utilización de luz o gas, cooperativas y en algunas provincias donde las boletas ya eran caras. A continuación, los casos.
La industria bonaerense
Evaplast fabrica zuecos de goma a través de un proceso de inyección y planchas de goma eva por prensado, para fabricantes de pantuflas y alpargatas. La empresa tiene 40 empleados y está ubicada en San Martín. La factura de luz le subió de 60 mil pesos el 10 de febrero a 174 mil pesos el 11 de abril, un 190 por ciento (ver foto). “La luz era barata, es verdad, pero de un día al otro se triplicó y nosotros estamos totalmente parados, no hay ventas. Antes lo que producía se vendía, ahora fabrico para llenar el galpón y no mandar a toda la gente que tengo laburando a su casa. En sí mismo, el aumento de la tarifa puede no ser un problema fatal, pero nos agarra en una situación muy mala”, comentó a Página/12 Diego Fazzina, de Evaplast.
El universo pyme es muy heterogéneo. Un caso mucho más modesto que el anterior es el de una empresa familiar metalúrgica de 3 de Febrero que fabrica galpones y tinglados. La factura de luz le subió de 967 a 4067 pesos, un 320 por ciento. “El año pasado veníamos al límite y ahora quedamos entre un 35 y 40 por ciento por debajo de lo que necesitamos facturar para sobrevivir, por eso debemos varios meses de cargas sociales. El problema es que no cobramos, nadie te paga nada. Es más, un cliente me dijo esta semana que iba a esperar dos meses para volver a comprarme, porque para entonces yo le iba a tener que vender más barato, si no me fundía, y él iba a tener más plata porque ahora tiene Lebac. La plata de la boleta de luz no parece mucho para una empresa, pero estamos completamente parados, por eso complica”, explicó Juan de Biasi, uno de los socios de la empresa.
Un caso todavía más agudo vive Javier Alabar, quien decidió cerrar su fábrica de ojotas de 4 empleados fijos y hasta 10 en época de temporada. “Los clientes dejaron de aceptar los aumentos de precio por la devaluación que impactó en nuestros costos. Las marcas dejaron de apostar a la industria nacional. Para tener una idea del impacto tarifario: en diciembre pagaba 8 mil pesos de luz. Ahora pago lo mismo pero sin laburar. Por eso decidí indemnizar a los empleados y esperar un poco a ver cómo sigue esto”, contó el empresario pyme a este diario.
Muchas entidades gremiales empresarias pymes y centros de estudio comenzaron a relevar el impacto del incremento tarifario. Por ejemplo, desde la Asociación Pyme que dirige Daniel Moreira mencionan el caso de microempresas metalúrgicas en Temperley y en Lomas de Zamora que recibieron aumentos de 1132 a 4045 pesos (257 por ciento) y de 1261 a 4953 pesos (293 por ciento). “Es muy difícil llevar el aumento de los servicios al precio final porque la demanda no convalida. Las pymes fabricantes de insumos tal vez pueden hacerlo, pero en algún momento la cadena de pagos de rompe. El principal problema es la caída del mercado interno”, explica Moreira. En tanto, el CEPA, centro de estudios que dirige Hernán Letcher, estudió varios casos, entre ellos el de la metalúrgica Oliviera, una micropyme de cuatro empleados que despidió a uno el mes pasado, período durante el cual la factura de agua le subió de 462 a 2198 pesos. En el sector textil, una empresa de San Martín que prefirió no dar su nombre pagó el 10 de febrero 12.433 pesos y el 9 de mayo la venció una factura de 92.542 pesos, un incremento del 644 por ciento (ver foto).
El fuerte deterioro financiero es moneda corriente entre las pequeñas empresas. Leonardo es dueño de la empresa de zapatos de mujer Nazaria. “Los gastos aumentaron un 50 por ciento y las ventas bajaron un 20 por ciento, es decir que quedamos entre un 25 y un 30 por ciento abajo del equilibrio. El problema es que esto es una bola de nieve y puede volverse mucho peor si abren del todo las importaciones. Nuestro sector tiene mucha mano de obra y labura gente carenciada. En estos meses es como que nos pasó un camión por encima”, dijo a este diario.
En el interior
En Santa Fe, la situación se volvió tan grave que el gobierno decidió financiar en doce cuotas a tasa de interés real negativa a las pymes las tres primeras boletas de luz que vinieron con el aumento. “Tengo una empresa constructora con 50 empleados en Santa Fe, también fabricamos pinturas. La boleta aumentó de 25 mil a 120 mil pesos”, indicó a este diario el empresario Mario Galizzi. “Muchas pymes han quedado fuera de juego en Santa Fe porque el combo es explosivo: aumento de las importaciones desde China, tarifas, caída de ventas de hasta el 50 por ciento y tasa de descubierto del banco del 40 por ciento”, agregó.
Rodolfo Alvarez tiene una pileta climatizada con 14 empleados en Mar del Plata en donde se hacen actividades recreativas y tratamientos de rehabilitación neurológica y traumatológica. El gas es el insumo sensible para la calefacción y la boleta le subió de 1138 pesos el 22 de abril a 19.591 pesos el 23 de mayo (ver foto). “Voy a presentar un recurso de amparo porque esto es un descalabro. No hay rentabilidad que pueda sustentar este aumento. Tendría que aumentar las cuotas pero en este momento es inviable para la gente”, explicó Alvarez a Página/12.
Este diario informó días atrás la situación hotelera en el sur. La factura de gas en un hotel cuatro estrellas de Bariloche pasó de 45 mil a 350 mil pesos bimestrales, y en un complejo de cinco cabañas sobre la avenida Bustillo, de 5000 a 50 mil pesos. “Las tarifas de gas estaban atrasadas pero la magnitud del ajuste pone en riesgo la sustentabilidad del sur como destino turístico. A dos meses del comienzo de una temporada que ya se ve resentida, el aumento del gas es complicado”, indicó el titular de la Asociación Hotelera Gastronómica de Bariloche, Hugo de Barba.
Cooperativas
En las cooperativas, el aumento tarifario en muchos casos fue todavía más grave porque eran entidades que recibían una mayor porción de subsidios. La Cooperativa Textiles Pigüé pasó de pagar 29 mil pesos por mes a Camuzzi Gas Pampeana, a 202 mil pesos, un aumento del 600 por ciento (ver foto). La empresa fabrica cuero sintético y utiliza el gas para generar vapor para teñir las telas y también realizar el proceso de terminado de la producción. Tienen 150 asociados directos y también empleos indirectos vinculados. “Yo no sé si esto es lo que vale el gas o no. El tema es que de un mes a otro el aumento fue muy abrupto en un contexto económico malo, porque estamos produciendo entre un 25 y un 30 por ciento menos de tela que en diciembre, porque se enfrió totalmente la demanda. El aumento tarifario no nos va a hacer cerrar, aparte nosotros venimos de la quiebra de Gatic en 2001, así que tenemos experiencia en afrontar crisis. Lo que sí, nos aleja de todo plan de inversiones, porque ahora la energía estará puesta en capear este temporal. Podrían haber establecido un cronograma, poner créditos a disposición para invertir en máquinas más eficientes en términos energéticos. ¿Cómo puedo mejorar mi eficiencia energética si la tasa del crédito es del 40 por ciento?”, explicó a este diario Marcos Santicchia, presidente de Textiles Pigüé.
La Cooperativa de Trabajo Norte, una imprenta de San Martín con 25 trabajadores, pasó de pagar 877 pesos de luz a principios de año a 6145 pesos en la última boleta, una suba del 600 por ciento. La metalúrgica Indiel fabrica autopartes en La Matanza y cuenta con 200 trabajadores. La factura de luz le subió de 12.088 pesos a 102.476 pesos, un 747 por ciento. Ambas empresas forman parte del grupo de 15 cooperativas de trabajo que presentaron el 19 de abril un recurso de amparo ante el Juzgado Federal Civil Nº 1 y Nº 2 de San Martín para que el Gobierno “convoque a las audiencias públicas que prevé la ley para los aumentos de tarifa y que no se realizaron, que se priorice el derecho al trabajo dado que esta medida afecta el desarrollo de la producción y la continuidad de la actividad y que sean incorporadas en el régimen de tarifa social”.
La Fundidora La Matanza, empresa recuperada en 2002 que cuenta con 70 asociados, subió su gasto de luz de unos 25 mil a 80 mil pesos, mientras que el gas aumentó de 30 mil a 130 mil pesos. “¿Cómo hacemos para aguantar? Si tenés laburo se puede solventar, pero si encima no hay trabajo es imposible”, dijo un integrante de la cooperativa a este diario. Un caso que tuvo difusión en estos días es el del frigorífico Bragado, recuperado en 2006. “En electricidad pagábamos entre 28 y 30 mil pesos mensuales y ahora está viniendo 70 mil. De agua pagábamos entre 18 y 19 mil mensuales y nos han dicho que aumenta cerca de 250 por ciento y se va a ir a 50 mil pesos. Estamos absorbiendo los aumentos con el trabajo nuestro pero se nos está poniendo imposible”, explicó Carlos Alietti, presidente de la Cooperativa.
Comercios
También en pequeños comercios el impacto tarifario se hizo sentir. Una pollería en Flores bajó su consumo de electricidad de 2511 a 2087 kilovatios en enero de este año frente al mismo mes de 2015, mientras la boleta de luz le subió de 1000 a 2400 pesos, un 140 por ciento. Desde el municipio de Lanús cuentan que los comerciantes que venden a los trabajadores que vuelven de su jornada laboral en la línea de ferrocarril Roca cierran cuando se hace de noche, porque no hay consumo y de esa forma evitan gastar luz. Un local de carteras, zapatos, ropa de cuero, portafolios y billeteras ubicado en Corrientes al 1100 incrementó su boleta de Edesur de 1569 el 19 de noviembre, a 4461 pesos el 19 de mayo, un 184 por ciento (ver foto). Una sucursal de la heladería Tento de Rosario pagaba 5 mil pesos de luz y por la misma cantidad de kilovatios ahora la boleta le subió a 10 mil pesos.
Fuente: Pagina12.com.ar